viernes, 2 de julio de 2010

Reportaje de Javier Ors en La Razón


El «Finnegans Wake» sigue siendo el reto de las editoriales españolas, que no se atreven a abordar la traducción de esta obra, jamás publicada íntegramente en castellano / La editorial Lumen reeditará en otoño el «Ulises»
Se puede adaptar, imitar, reinterpretar, quizá, con suerte, versionar o emular, pero nunca traducir. Su nombre: «Finnegans Wake», un libro imposible de encontrar en castellano en ninguna librería. Tanto en España como en Iberoamérica. Sólo ha existido un intento de acercarlo a los más de 450 millones de hispanohablantes. Fue una edición parcial, no completa. Un «experimiento», como lo definió Esther Tusquets al recordar esos días, en la editorial Lumen, que entonces dirígia ella. Corría el año 1993 y el trabajo de vertir la polémica obra de Joyce a nuestra lengua le correspondió a Víctor Pozanco.
El volumen, hoy, está agotado. En Iberlibro se puede encontrar el que, probablemente, será el único ejemplar que todavía queda disponible, para los coleccionistas, de la tirada. Está en Alicante. Su precio, 95,42 euros. El resultado del proyecto fue recibido con frialdad y algunas críticas. A su favor, que ha sido la única ocasión en la que se ha emprendido la digna labor de aproximar a nuestra cultura un texto tan complejo y fundamental. «Ya habíamos publicado lo demás de este escritor. Solamente nos quedaba este libro. Recuerdo que José María Valverde [uno de los tres traductores de “Ulises” en España] rechazó involucrarse en este plan. Me hizo gracia porque tampoco quiso participar en la publicación de las cartas que Joyce compartió con Nora por razones morales. Pozanco sí aceptó», explica Esther Tusquets.
¿Pero es traducible?
Asegura un dicho: para traducir el «Finnegans Wake», primero hay que traducirlo al inglés. Borges señaló, al referirse a esta obra, que no leía borradores. Controvertida y mítica, esta novela se ha convertido en el caballo de batalla de la industria editorial. Existen traducciones de capítulos sueltos. Cátedra ha publicado, a cargo de Francisco Garcia Tortosa, el capítulo VIII encabezado con el título «Anna Livia Plurabelle». Nada más en nuestro país. Juan Díaz Victoria, desde la otra orilla del Atlántico, está enfrentándose al desafío. En su versión está castellanizándolo todo. Los resultados se pueden consultar en internet. Según traduce, cuelga en su blog parte de sus esfuerzos.
¿Pero merece la pena?
«Sí tiene sentido editarlo en español. Es el autor más importante del siglo XX. Hay que saber que saldrá una obra diferente –dice Eduardo Lago, novelista y director del Instituto Cervantes de Nueva York–. Sería una empresa enorme y los resultados serían dudosos. Se necesitaría un equipo de traductores.». Para el escritor Agustín García Calvo, traductor de Shakespeare, «sería realmente interesante».
Según dice Andreu Jaume, editor de Lumen, el sello que en otoño reeditará el «Ulises» de Valverde, «no hay motivo para no traducirlo. Habría que encontrar a un buenísmo traductor o un equipo. Tengo dudas sobre el resultado. Es casi imposible reinterpretar todo ese lenguaje».
Y Antonio Rivero Taravillo, poeta, traductor de Pound y Yeats, y responsable de la biografía de Luis Cernuda en Tusquets, quien estaba a escasos metros del Guadalquivir, uno de los ríos que menciona Joyce en el «Finnegans Wake», cuando se le pregunta sobre este tema, afirma que es «la asignatura pendiente de nuestra lengua. El español debe enfrentarse a esta obra». Él mismo explica que más que un traductor hay que ser un escritor para atreverse con este libro: «Hay que ser algo poeta. Haber escrito y echado muchas peonadas en la producción de textos. Más que traducir, se necesita tener el impulso matriz de la creación. Eso permitirá recrear el efecto de la obra».
Juan Díaz Victoria participa en el debate aportando su propia experiencia: «Lo más difícil es la investigación. El primer reto fue alcanzar la empatía con el autor, lo que conseguí a través de una aproximación muy crítica a su prosa, principalmente por el “Ulises”.¿Cuáles son los recursos que emplea? ¿Cómo los utiliza? ¿Cuál es su sintaxis? ¿Cómo usa la puntuación? Solventado lo anterior, el caso era no pasar por encima de las palabras, o atribuirles erratas, sino considerar que cada variación tiene un significado».
Dificultades
Esther Tusquets, quien reconoce que no ha sido el texto que más le ha emocionado ni el que prefiere de Joyce, no duda cuando se le pregunta por esta obra, y responde con ironía: «¿Por qué hacerlo? Se traducen otras cosas que son tan malas...».
¿Pero cuáles son los problemas que plantea la obra? «Sólo el 10 o el 15 por ciento de las palabras están en inglés. El resto las va mezclando unas con otras hasta alcanzar unas palabras que sugieren otras dos o tres a la vez», dice Taravillo, quien afirma que la única persona que ha hecho este experimento lingüístico y literario en España es Julián Ríos con «Larva». Eduardo Lago, que menciona en esta misma estela «Trilce», de César Vallejo, comenta que «Joyce manipula el lenguaje, crea palabras nuevas, como hizo Valle-Inclán, usa una multitud de idiomas que mezcla, como el léxico».
Victoria refleja la complejidad de esta novela cuando explica el significado de la obra: «Es un homenaje a una canción de taberna irlandesa, “Finnegan’s Wake”, acerca de un personaje llamado Tim Finnegan; pero también implica la pluralidad (no uno, sino varios Finnegans); el mito (Finn MacCool, el gigante que duerme a un costado de Dublín y que algún día despertará), el retorno (Fin again, otra vez), la resurrección (Wake, despertar), la muerte (Wake, velorio) y el río de la vida (Wake,estela)».

¿Su libro preferido?
Dicen que era el libro preferido de Joyce. O, al menos, por el que más sufrió al escuchar las críticas. Para Juan Díaz quería «reescribir la literatura universal. Dominaba, y se nota en su trabajo, el inglés, el gaélico, el francés, el alemán y el italiano; así como el slang irlandés y británico, con lo que construye oraciones o variaciones más complejas. Con el resto de idiomas, sólo hace juegos más simples, complicándolos con referencias cultas o populares».
Para Taravillo, traducirlo es «poner sobre la mesa todos los recursos y palabras del español y que echen a volar. Va más allá de la traducción». El argumento del libro se desarrolla dentro de lo inconsciente, en el campo de los sueños, lo que le permite llevar al máximo el inglés.

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