Circula en redes sociales, a partir
de agosto, la iniciativa de Julián Herbert y JD Victoria para alentar el
ingreso al Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) de mayor variedad de artistas
con recorridos y propuestas distintas; lo cual partió de su polémica al
respecto de algunas prácticas hegemónicas, avaladas por las Reglas de Operación
en uso, que condicionan la trayectoria “pública” como primer criterio de
selección para los beneficiarios de la distinción y el respectivo apoyo
económico. Estos son los argumentos que presentó a su contraparte uno de los
postulantes, de quien Confabulario de El Universal y la revista electrónica
Ciencia & Cultura publicaron en junio sendos fragmentos de traducción de
“Finnegans Wake”, última obra (portentosa) de James Joyce, relegada incluso de
los programas académicos de recuento y estudio: un proyecto de vida que, desde
su punto de vista, resulta tan ambicioso como el original, que requirió 16 años
de gestación, y rebasaría el cronograma trianual impuesto como norma por el
SNCA.
SÍ HAY MÁS RUTA QUE LA VUESTRA
Apuntes previos a la Propuesta
de Nivelación para el Ingreso
al Sistema Nacional
de Creadores de Arte
EL
PESO DE LAS PALABRAS
Si
bien aspectos generales de esta reflexión aplicarían asimismo para la operación
del resto de las disciplinas enlistadas en la convocatoria más reciente (2015)
para ingresar al Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA), donde incluso en
varios rubros ya operan mecanismos afines a los que se aludirán en la presente
propuesta (incluyendo para las literaturas infantil, juvenil y en lenguas
indígenas), acotaremos las referencias y el contexto a la disciplina de Letras en sus especialidades
de Ensayo, Narrativa, Poesía y Traducción Literaria, atendiendo a un singular
matiz de segregación que alientan las actuales condiciones del
proceso de selección en dichos casos.
Por ello se presenta a su consideración este esbozo de iniciativa para
modificar aspectos específicos al
respecto en las Reglas de Operación del SNCA, cuyo objetivo declarado es “estimular, fomentar y apoyar la
creación artística individual, así como contribuir a incrementar el patrimonio
cultural de México”; donde la diversidad
de proyectos (personales y colectivos) debe constituirse como uno
de los elementos esenciales, siempre atendiendo al criterio insoslayable de
apoyar de manera exclusiva “el
talento y la excelencia”, y rechazando cualquier guiño a demeritar dicha misión
adjudicando un sesgo “asistencialista” a este programa (en particular), para lo
que existen otras vías de gestión en distintas y muy diversas instancias
gubernamentales.
DE
“IGUALES” A IGUALES
¿Pero
quiénes y cómo definen “el talento y la excelencia”? Para ello subsiste el
esquema de “justa retribución” que tiene su base en un primer filtro para los creadores más jóvenes,
con fundamento en los incentivos brindados por los fondos estatales, que son el
primer tamiz de calidad, aceptado de
antemano; aunque en la oscuridad de los entretelones suelen asomarse atisbos de
incipientes filias y fobias, cortejos, cabildeos y repartos a discreción de
quien detenta el poder a esa mínima
escala (autoridades burocráticas o santones culturales de la localidad).
El conveniente arranque en el propio feudo (dos o tres “logros”) facilita
una estrella en el currículum para recibir alguna beca nacional para “menores
de 30”,
siempre al margen de criterios de adjudicación de abierta o solapada preferencia por “afinidades electivas”,
como afiliarse a determinada “capilla” en boga o publicar en suplementos
nacionales de evidente signo; si bien todavía existe espacio para el azar y/o la
evaluación objetiva del trabajo literario del aspirante… si sobra algún lugar.
Los “premios nacionales” de provincia poco suelen valer, a menos que
cuenten con el aval del INBA, y éstos con sorprendente regularidad parecen
ofertarse bajo un velo de simulaciones
y sobreentendidos, pues los jurados
han sido ya tutores, compinches o estrechos colaboradores de los galardonados
en algún foro, revista, congreso, coloquio, festival, encuentro o taller;
aunque luego afirman no reconocer los textos trabajados de manera conjunta en
la misma mesa. O el estilo como
sello de agua en cada página. Los casos se multiplican año con año, entre
pataleos histéricos y aplacadas ironías que fluyen de boca a pluma, teclado o
podcast, sin mucho efecto. Por supuesto, los laureles obtenidos en el
extranjero se cuecen aparte.
A causa pues de lo anterior, la mentada “paridad” ante los jueces de
becas y certámenes está en entredicho.
PESSOA
Y KAFKA, AUTORES “EMERGENTES”
Basta
citar tan solo a estos dos escritores, que en sí mismos constituyen literaturas
distintas de alcances universales, para echar por tierra el argumento que
considera la trayectoria pública de
un creador como su principal carta
de presentación, talento y valía incuestionable. Siempre lejos de los
reflectores y discretos con su arte, ¿cuántos como ellos se habrán perdido en el mundo porque sus
respectivos albaceas acataron la voluntad insobornable del finado? ¿O porque ellos
mismos destruyeron sus obras como un gesto de rencor o desprecio por el statu quo? ¿Cuántos hay ahora en la
calle? ¿Cuántos en México?
El carácter de un escritor “de excelencia” suele ser, por lo menos, divergente
del resto. Resulta entonces más sospechoso quien busca a priori el renombre que
el que lo elude. Los hay Grandes
entre nosotros que lo adoraron con o sin reservas (Sor Juana, Paz, Fuentes,
Arreola, et al.) y otros de la misma talla que lo aborrecieron (Rulfo, tal vez
Tario y pocos más). El periplo de cada autor es diferente. No todos comienzan publicando
en la adolescencia ni persiguen el fasto a cualquier precio. No todos
“sociabilizan” en banquetes o eventos pagados del erario ni departen en alegres
tertulias con pares y mecenas. Los hay que guardan su
arsenal, maceran lentamente sus palabras, le pellizcan minutos a la hora de
ayuno o forzada vigilia para tramar un cuento imaginativo; algún poema de ecos
profundos, e inusitada resonancia; la idea insistente que los ronda hasta que
se desborda en el ensayo que consigue recrear
a sus ancestros. Pero su modus operandi
no está considerado, ni mucho menos validado, para acceder a la “casta letrada”
que promueven las instituciones.
LA
“CASTA LETRADA”
De
acuerdo con lo esgrimido en la convocatoria de marras, “la aceptación o el rechazo de las postulaciones
no determina su valor e importancia”… a menos que se busque ingresar al Sistema
en algún otro momento. Todo el reparto de los heterónimos inéditos de Pessoa podría mirar estas palabras con justo recelo, ya que para obtener la
nominación es requerido destacar de entre sus pares por “la trayectoria (pública)
del postulante”, “el reconocimiento
de la crítica especializada en su
disciplina”, así como “los premios
y/o distinciones nacionales e
internacionales”. Van de vuelta entonces al cajón, apelando al capricho del
destino o de algún lector curioso y dedicado que los ponga en su sitio en la improbable
posteridad.
Negar de forma
intransigente o sostener a ultranza que hay escritores de auténtica valía “en las sombras” tienen el mismo peso como tesis,
pero al menos es conveniente brindar a ello el privilegio de la duda antes de acatar que el esquema actual arroja
a la palestra sólo a los mejores. Además, destaca la paradoja de que el Código
de Ética vigente impediría (considerado à
la lettre) cualquier conformación de elencos entre “iguales” para otorgar los
consabidos incentivos, ya que “es esencial para el Fonca que se mantengan
niveles óptimos de integridad e
imparcialidad en los procesos de toma de decisiones y que estos procesos se
desarrollen libres de conflictos de
interés que obstaculicen el funcionamiento y la transparencia de la institución”.
Sobran ejemplos
históricos y coyunturales de los cuestionamientos al esquema de evaluación
“recíproca” entre los miembros del gremio intelectual, donde alternadamente se suelen legitimar unos
a otros, estrechando sus lazos como un grupo solidario e impermeable a los
advenedizos, que en cualquier momento pudieran relegarlos de la nómina.
No obstante, los pensadores
están hechos de otra pasta. O eso
queremos pensar.
TUTELA MORAL
No es gratuito que se adjudique a los
artistas, y particularmente a escritores, un papel preponderante en la crítica de las desigualdades y la defensa de valores primordiales para la
recta convivencia en sociedad. Por esto cabe suponer en nosotros una actitud superior
de tolerancia al disenso y capacidad
de autocrítica. De esta base
partimos, no para menguar en modo alguno derechos adquiridos con esfuerzo y legítimos
en sus aspiraciones, sino con el afán de encontrar soluciones viables para la mejora continua de un
programa gubernamental de incentivo a la creación
de excelencia, que constituye el baluarte vivo de la riqueza cultural de México.
Por
otro lado, apelando al ejercicio en
marcha de definir los nuevos presupuestos en las instituciones públicas a partir
de base cero, conviene realizar la revaloración de los aportes a la
comunidad de los cientos de miembros
en activo y por venir del SNCA frente a condiciones comparables de innegable privilegio de los miles de beneficiarios del Sistema Nacional de Investigadores
(SNI), específicamente en el área de Humanidades; como lo plantea la carta
abierta fechada en 2013, con el aval de más de 150 intelectuales de primera línea (según los propios
parámetros del Sistema), con motivo de las modificaciones a las reglas de
operación de 2010, deplorando el retiro de la continuidad en los recursos asignados al gremio artístico, y donde los
firmantes cuestionan con acierto: “¿Se
consideró que esto era un despropósito y que los creadores no tienen derecho a
renovar el apoyo que sí tienen, en cambio, los investigadores en el área de
humanidades que dedican muchas veces su tarea a estudiar la obra de esos mismos
creadores a quienes hoy se les niega la posibilidad de renovación del estímulo?”
Para
más inri, aquel documento anticipa con fidelidad las reinantes
circunstancias de inequidad y falta
de pluralidad que planteamos
revertir con esta iniciativa.
ACCESO DESDE LA PERIFERIA
Para un creador “fuera del radar”, con
absoluta independencia de la calidad
de su obra, participar hoy día en la convocatoria de ingreso al SNCA constituye
un envite con todas las probabilidades en contra, ya que pueden sortearse con
relativa solvencia y seguridad los filtros administrativos y técnicos (prácticamente
el 95 por ciento de los proyectos lo hacen), pero el escollo de librar con
éxito la Comisión
de Selección (conformada en exclusiva por “pares”) es ya insalvable, apelando a
los criterios comunes (?) tanto “cuantitativos”
como “cualitativos” que se aplican siempre a discreción. Porque el proceso entero es secreto, y los dictámenes, inapelables.
A menos que se acudiera en cada caso de controversia por fundados motivos a la Dirección General
de Denuncias e Investigaciones que se cita en el acostumbrado aviso del
Conaculta. Pero eso no pasa. Aunque para algo estará vigente y operativa dicha
instancia, a través de los años.
Porque cualquier polémica
al respecto se dirime ya en las redes sociales. Sin mayores consecuencias, por
cierto. Son las nuevas tribunas de expresión
y de creación, con cientos de herramientas disponibles para texto, audio, video, edición, efectos
especiales… y miles de aplicaciones. Está considerada una
categoría específica en los fondos estatales
y el nacional para los creadores de artes
visuales que las emplean, con sendas prerrogativas y cuotas para su
promoción exclusiva en ese rubro del
quehacer cultural. Aunque también hay propuestas eminentemente literarias que se basan en las
exploraciones de dichas plataformas… pero éstas no tienen un lugar en el
concierto de las becas.
Ciertas vertientes novedosas de presentar la poesía y otras
narrativas, complejas o fragmentarias; principalmente el microrrelato y formas breves de afilar el pensamiento como el aforismo,
están dando brillantes resultados al colgarse en la Web, al alcance de todos. Sin papel y sin portadas. Sin reconocimientos,
crítica especializada o incentivos institucionales. Desde espacios geográficos
dispersos y distantes de los centros neurálgicos de la cultura nacional. El
concepto de obra se transforma. Y lo
están haciendo los jóvenes. Sin permiso.
LAS REFORMAS
I. Reconsiderar a la alza la asignación de recursos al Fonca a partir del ejercicio
en marcha del Presupuesto Base Cero.
II. Asignar el 30 por ciento del presupuesto
que se estipule por separado para
cada categoría del SNCA con el objeto de atender exclusivamente las postulaciones de creadores mayores de 34 años, y
sin límite de edad, que no hayan
recibido dicha distinción y el
respectivo estímulo económico del
SNCA con anterioridad.
III. Instituir para el caso la categoría de Creador Emergente para la disciplina de
Letras en sus diversas especialidades, a saber: Ensayo,
Narrativa, Poesía y Traducción Literaria.
IV. Los criterios de selección para Creadores Emergentes en Letras harán
énfasis principal, pero no
exclusivamente, en la presentación de proyectos viables de calidad, propositivos y significativos; avalados por muestras en archivos digitales (con extensión por definir) de un oficio
creativo de excelencia en su
especialidad, comprobado con la evaluación de la correspondiente Comisión de
Selección en turno.
V. Será opcional para Creadores
Emergentes la consideración de premios y distinciones, así como la relación
de obra publicada en plataformas
convencionales (libros, suplementos y revistas); notas, reseñas, invitaciones y
constancias de asistencia y/o participación en eventos afines al motivo de la
postulación.
VI. La distinción y el estímulo económico
para Creadores Emergentes sólo
podrán ser otorgados una sola vez
por cada postulante, hasta por un periodo de tres años, de acuerdo con las
Reglas de Operación vigentes.
VII. El Creador
Emergente recibirá un estímulo económico correspondiente a diez salarios mínimos durante su
periodo de permanencia en el Sistema en esa ocasión, acatando todas las
disposiciones evaluatorias y de retribución social consignadas en la
convocatoria.
De
alguna manera, este documento termina pareciendo un proyecto para ingresar al
Fonca; aunque supera las cinco cuartillas de rigor a doble espacio. Lo que son
las cosas.
JD
Victoria